Partiendo desde el origen mismo por antonomasia, el Big Bang, tan lejano en el tiempo y tan enigmático para nuestra naturaleza de comprender, cómo desde el Caos (para los Griegos), se creó la materia, el espacio y el tiempo.La vida, nosotros. Durante el recorrido se observan una serie de imágenes simbólicas como el Sol, como factor necesario para que suceda la vida, insectos como la larva o capullo de una mariposa, a punto de su transformación completa, para ser quizás el más bello y frágil de todos los insectos.La mariposa encierra una simbología que nos atraviesa a todos como seres humanos en los vaivenes de la vida. Elementos como el Mar, símbolo de la vitalidad por excelencia, pero que a la vez constituye una verdadera amenaza al orden establecido. Su poder produce cambio, destrucción, regeneración y vida en su movimiento constante, cuál danza regida por la posición de la luna y el cosmos. Esta relación entre estos elementos y el cosmos nos lleva al centro de la escena. Un Jardín exquisito, nos lleva a la vida, nos corre de la metáfora que aportan los símbolos que nos rodean, nos pone en la “realidad” por un momento, pero en este caso, para ver a la naturaleza moldeada y controlada por el hombre. Todos los elementos de la naturaleza expresados cobran sentido aquí, frente a este jardín. Cada uno de ellos está presente en nuestra memoria desde los orígenes, desde la partícula primordial en el Big Bang a la bella mariposa. El hombre crea mundos sin saber por qué, crea realidades o lo que cree que son realidades, las modifica, se nutre de la memoria que está fuertemente vinculada desde lo más profundo del ser, en cada célula de nuestra biología con ese poder creador y transformador del cosmos que desde siempre prevalece. Luego de atravesar el Jardín creado por el hombre, el recorrido continúa con estos seres tecnológicos, que unen lo orgánico, lo simbólico con lo cibernético. Nos presentan nuevas posibilidades en la creación. Borges planteaba que la literatura como posibilidad podía construir realidad. Por medio de esta videoinstalación el artista plantea un recorrido de transición, metamorfosis, cambio, transfiguración para el espectador, pero también una invitación a transitar la Memoria, esa ligada al origen, para crear, fusionar límites entre mundos, imaginar lo posible y que esto sea parte de nuestra nueva realidad. El mundo de hoy se presenta con una carrera por adquirir y necesitar cuanta más tecnología sea posible en nuestras vidas, es casi una carrera por descubrir nuevas formas de vida híbridas, algo similar a lo que sucedió en los 60’s con la carrera al espacio y que despertó la imaginación del hombre como nunca antes. Javier Pita desde su recorrido por la memoria, intenta mostrarnos que esa experiencia de cómo vivimos la realidad, depende de cómo la experimentamos.Lo que consideramos verdadero, depende de cómo lo veamos. Creamos nuestra realidad a medida que la atravesamos, como en este túnel. La memoria es redundante: repite los signos, símbolos e imágenes para que podamos existir. Todo eso que está en la memoria nos conecta con nuestros orígenes.Curaduría: Dafne Cejas Galiano.